domingo, 30 de septiembre de 2012

Una sed contra la muerte misma. El lugar más íntimo de Lázaro Castillo








Por: Maykel Paneque




Cuando se termina de leer A la entrada de la noche, de Lázaro Castillo, lo primero que asoma es el vértigo de una experiencia de vida, la tentativa de reconstruir cuanto la memoria ha logrado salvar, literariamente, de las garras del olvido. Es una manera de adentrarse al universo de vivencias y estados de ánimo que configuran una imagen de lo que podría significar mirar la noche desde la luz, o tener con certeza una sed contra la muerte misma.

En ese sentido, los cuarenta y cinco poemas que integran el libro registran fragmentos de un epistolario íntimo donde el “olvido memorable” no es tal olvido, porque se recuerda; o dicho de otro modo: solo existe lo que se recuerda. Por ello, cada poema es una evocación, ya sea de un deseo cumplido o por cumplir, de una aventura por emprender, un sueño a medias o las inexactas medidas del recuerdo.
Lázaro Castillo, quien ha publicado Negar cualquier complicidad y Biografía sucia, regresa con un poemario ajeno a los rebuscamientos e imágenes forzadas, pero profundo y denso, dotado de una intensidad lírica siempre en constante búsqueda de los recuerdos, la memoria y la soledad del hombre como un naufragio de sí mismo y una manera de intentar la luz. En “Terrible es la mentira” dice: Ahora tomaremos las monedas, / partiremos al sur llevando entre los bultos / los recuerdos. / Vamos a inaugurar la luz, / la misma que nos iluminaba en la ventana, / nos hacía visibles.

Agrupado en dos secciones, “Inaugurar la luz” y “A la entrada de la noche”, los poemas revelan un libro nocturno visitado por claridades que van en busca del amanecer, espacio donde es posible inaugurar la luz. Incluso, se pueden reconstruir momentos que en su fugacidad desearon permanecer en la memoria y lo lograron de alguna manera como esa última oración “Llegamos tarde y fuimos breves” o en el poema “Tú pides ser el agua” la confesión: en el desnudo de las azoteas / descubrimos los rostros de la noche.

Una latente búsqueda dan a entrever los versos donde se fraguan historias cotidianas y ejemplares o el imperceptible principio de un recuerdo que apenas se vislumbra y cuya intensidad está en lo que no se nombra, en la fidelidad a ese secreto, a ese no decir nombrando, a ese sentir omitiendo.
Emotivo y sugerente, intenso desde la brevedad y la contención, cercano y enigmático, humano y sobrio, A la entrada de la noche, publicado por Ediciones Sed de Belleza, es una conversación pausada y a solas, un diálogo ininterrumpido con la memoria y sus registros, la complicidad de los hallazgos comunes, la invitación a participar del misterio que es la existencia.


                                                        Pintura: Antonio Casas 

EN EL AIRE Y SIN ROSTRO

Un vuelo secreto me aleja de la sed,

una imagen en el vidrio recuerda cada olor.

Ahora, la mudez obstinada

busca a tientas esa forma de sed.

Regresa a ese vuelo secreto,

al vientre, a la sangre.

Pintura: Antonio Casas

EL PRINCIPIO

Naufrago entre las imágenes 
asumo los atriles sin pentagramas 
y me apropio de la voz. 

Ahora se deshace el principio 
ahora apuesto 
por domesticar a la culebra 
y asumir lo frágil, 
lo inasible.

Pintura: Antonio Casas

LA MÁSCARA

La máscara bajo el tropel se desplaza.
La palabra cierra la señal.
La máscara hilada por el llamamiento
ahuyenta al caracol.
Rompe con el infinito.

Pintura: Antonio Casas

EN LA INOCENCIA


puedo encontrar la puerta que abre al vacío.


Pintura: Antonio Casas

FINAL DEL DÍA



Llueve en algún lugar,
acá solo el olor despierta los instintos del sexo.
Los motivos tragarán el espejo
y las canciones dichas de otras formas
podrán simular el final del día.



martes, 18 de septiembre de 2012

DE INCÓGNITO




Pintura: Humberto Parada


La máscara bajo el tropel se desplaza.



La palabra cierra la señal.



La máscara hilada por el llamamiento


ahuyenta al caracol.


Rompe con el infinito.

PÁJAROS QUE DORMITAN

Qué tiene de malo el amor
y saciar el jadeo de la tristeza.
Nada sirve 

solo cuento con los pájaros 
que dormitan en la madrugada.

SE DISPUTA EL SUEÑO DEL ESCRIBA



Consigo el sosiego, la conjura, la desolación,
el destino de las trampas.
Alcanzo el largo viaje.

lunes, 17 de septiembre de 2012

Vuelve La gran tirana



La pieza teatral en homenaje a La Lupe, de Carlos Padrón, vuelve a la sala Adolfo Llauradó dirigida por Verónica Lynn y con la magistral actuación de María Teresa Pina



Lázaro Elizardo Castillo Pérez

21 de Marzo del 2012 22:42:54 CDT

Trotamundo vuelve a la sala Adolfo Llauradó con La gran tirana. La pieza teatral en homenaje a La Lupe, de Carlos Padrón, dirigida por Verónica Lynn y con la magistral actuación de María Teresa Pina, nos lleva a asumir una memoria histórica contradictoria que tuvo su esplendor a finales de los 50 e inicios de los 60, del pasado siglo.
El club La Red era el espacio principal de la cantante más libre y estrafalaria de nuestros escenarios: Guadalupe Victoria Yoli, alias La Yiyiyi y La Lupe (1936-1992), nacida en el barrio de San Pedrito, en Santiago de Cuba. Fue reconocida como la reina del soul latino. Se conoce que se inició compitiendo en una emisora santiaguera, donde imitaba a la cantante Olga Guillot con la interpretación del tema Miénteme. Esta mulata fundó en 1959, junto a su primer esposo, Eulogio (Yoyo) Reyes, el trío Tropicuba, que luego comenzó a presentarse de forma permanente en el reconocido bar capitalino. Era una actriz–cantante de su propia vida, que rompió con los prejuicios de la mujer de la época.
La historia de La Lupe concluye fuera de Cuba. Viajó a Miami, a Nueva York, y comenzó a cantar en La Barraca, un bar de Midtown, donde fue «descubierta» por el percusionista Mongo Santamaría y luego por Tito Puente. Con ambos músicos grabó discos y ganó premios en Caracas, Panamá, Puerto Rico, Nueva York... Su permanencia fuera de Cuba es el punto de vista desde el que se estructura el monólogo testimonial, donde se pone de manifiesto una gestualidad exagerada a tono con el mito de este personaje.
La puesta en escena refleja los conflictos raciales y sexistas que tuvo que vencer, impuestos por la sociedad de su época. Aparecen los hombres que amó y desamó; de ahí que el argumento se centre en la vida de la cantante cubana: sus virtudes, defectos, encuentros y desencuentros, aciertos y excesos.
Guadalupe fue aclamada en los escenarios de Broadway, pero tanto fuera como dentro de Cuba, su imagen le trajo divergencias en el ámbito del espectáculo. Ella vivió enérgicamente sus noches en el cabaret que la lanzó al mundo y al que asistieron a verla Jean Paul Sartre, Tennessee Williams, Marlon Brando y Hemingway, entre otros; mientras, su gusto por coleccionar automóviles de último modelo, abrigos, anillos de brillantes y pelucas la llevaron a la miseria. El texto sigue a La Lupe hasta finales de los años 80.
La actriz María Teresa Pina, a quien hemos visto en monólogos tales como Erasmo de Rótterdam y Alto riesgo, realiza una interpretación descarnada, temperamental, dócil y con un despliegue escénico experimentado, que revela un arduo trabajo investigativo sobre la cantante. Conquista un diálogo interiorizado, reflexivo consigo misma para mostrar al espectador los argumentos y los contra-argumentos de la obra.
Temas como Puro teatro, Qué te pedí y La tirana le permiten a la actriz expresar toda esa energía del personaje, y por tanto el llanto, el desgarramiento, el desplome. Y es así como la música la conduce de manera original por todos los momentos que transita la vida de La Lupe. Todos estos elementos biográficos son asumidos con esa actitud extravagante que la hizo famosa.
El trabajo vocal que realiza la Pina proporciona todos los colores de la vida de La Lupe. Ella nos regala una interpretación satisfactoriamente orgánica, y ante nuestros ojos pasa la calidad humana del personaje, a través de los momentos felices de la diva en Cuba, su partida, la soledad, el fanatismo religioso y sus guerras por ser una mujer libre. A nuestro modo de ver, Maritere es de esas actrices necesarias hoy en la escena teatral cubana porque conmueve y hace muy creíble su personaje.
El diseño escenográfico es sencillo, logra atrapar y a la vez reflejar cada momento de gloria y de derrota de La Lupe. Por otro lado, el vestuario, a cargo de Eduardo Valorías Martínez, alcanza de una manera auténtica ese sentido sincrético al que estuvo expuesta esta gran estrella de la canción y el espectáculo.
Desde el punto de vista de la dirección, la puesta logra un orden lógico, un discurso definitivo y una armonía de la representación. La gran tirana constituye un homenaje a La Lupe que el público podrá disfrutar (jueves 22 y 29, martes 27 y miércoles 28), ahora que felizmente regresa a nuestra escena.

Estrenan obra Cuando Che era Ernestico

La más reciente puesta en escena de Nueva Línea, grupo teatral que dirige la actriz-titiritera Yaqui Saíz, constituye un homenaje a la familia Guevara de la Serna





Lázaro Elizardo Castillo Pérez
17 de Abril del 2010 1:03:52 CDT

«Yaqui Saíz propone títeres, cuenta historias y juega en escena con un desenfado tremendo», así me describieron las potencialidades de una actriz-titiritera que creó un grupo teatral con el nombre de Nueva Línea, cuya adaptación de Bebé y el señor Don Pomposo obtuvo la Beca Milanés de la Asociación Hermanos Saíz.
La más reciente puesta en escena de Nueva Línea, Cuando Che era Ernestico, constituye un homenaje a la familia Guevara de la Serna. Mas, la obra rebasa al mero respeto. Sus presupuestos estéticos así lo demuestran. Desde la imagen que puede dejar al niño espectador sobre los valores morales y éticos de una familia con su hijo, hasta la concepción de todos los elementos escénicos, denotan la solidez de este colectivo con más de una veintena de estrenos y 30 premios en el ámbito teatral cubano.
Podría decirse que uno de los grandes aportes de Yaqui Saíz en esta propuesta es la inclusión de la figura del Che en el teatro de títeres, cuya personalidad se ha visto más representada en el documental y el cine de Latinoamérica, pero no así en las tablas; detalle que no solo resultará polémico o atractivo al espectador, sino que también atraerá las miradas de críticos y estudiosos del teatro. El hecho de ofrecer la niñez de Ernesto Guevara en un montaje teatral resulta una prueba de sensatez y originalidad.
En Nueva Línea se aprecia una búsqueda hacia nuevas formas de expresión: dramaturgia-actor-títere-público. No se debe olvidar que es una agrupación de jóvenes donde hay mucho por cimentar en ese compromiso por la representación: la expresión del títere propiamente. En su puesta no es al actor a quien distinguimos, sino a la expresión del muñeco. De ahí, puede dilucidarse un nivel de disciplina que se consolida en la estructura del actor. La obra no solo es divertimento, sino postura, reflexión y discurso lúdico.
El espectador avezado podrá encontrar intertextos incómodos, especialmente cuando descubra vocablos más contemporáneos con la vida del Che. Sin embargo, el comienzo de la obra ubicará al público en lo que se va a contar. Aparecen las guerrilleras titiriteras, que muestran con destreza los diferentes planos escénicos en los cuales recrearán la acción de la puesta. Peleles de mesa diseñados por Héctor Huerta se ven aquí y allá, y en complicidad con la realización de Nilza Reyos los trasladan a un juego desenfadado y atractivo para los niños. El uso del color y los mecanismos de manipulación manifiestan una riqueza en las cadenas de acciones de cada uno de los personajes y sitúan al público en las pampas argentinas.
La escenografía contribuye a la propia elevación estética del montaje. Un libro grande en el que se le incorporan los espacios escénicos al estilo de los textos rusos para niños (as) que llegaron a Cuba en los años 80, es la manera en que se nos presenta esta obra. Un espectáculo donde la relación del espacio escénico y la estructura dramática van de la mano.
La atención de cada niño (a) mientras la pieza avanzaba no escapó a la sorpresa de este espectador-crítico; innegable disfrute pleno, cargado de sinceridad. Por ello Cuando... dejará en los pequeños una huella importante, no ya por la historia en sí misma, también por la sutileza y maestría con que Yaqui Saíz y Geraidy Brito muestran en la manipulación de los peleles de mesa.
Desde una perspectiva creativa Nueva Línea propone un reflejo diferente de valores, símbolos y modalidades conscientes e inconscientes, no sin una pizca cultural de cubanía. El hecho de tomar el tono argentino, incómodo quizá para el espectador más pequeño, no impide la compresión de los mensajes, pues se recurre al uso de palabras que forman parte del vocabulario latinoamericano. Destaquemos también que las actrices-titiriteras contextualizan al espectador en una historia diferente, que se desarrolla sin rupturas, dinámica por excelencia. Nacida desde La Pampa misma.
El diseño de luces, a cargo de Reynier Rodríguez, imprime una veracidad exquisita en los tiempos de la obra, enfatiza las transiciones en las secuencias dramáticas y destaca aquellos elementos que aluden al Río Paraná, escenario importante en la obra. Aunque la música no es original, no implica un descenso en el plano de elaboración artístico, de hecho, Cuando... marca un proceso de creación importante de aquilatado relieve.
Como toda obra teatral perfectible con la sistematicidad de su puesta en escena, esta debe encauzar su trabajo en la profundización de sus estructuras dramáticas. El juego con el tiempo resulta un detalle fundamental, Cuando... es una pieza marcada por circunstancias históricas por excelencia. Presentar a este gran hombre de América en el contexto de sus relaciones familiares es un reto. La ingeniosidad radica en mostrarnos ese rostro otro del Che niño, con las peripecias propias de cualquier infante. Nueva Línea, con esa expresión de espiritualidad y sentido profundo de la existencia, logra un salto en la escena teatral cubana de hoy.






La Infinitud


Siempre se prepara la eternidad.
Nunca sabemos de la nada.
Nos miramos silenciosos.
Las manos colocan las alfombras del camino
que brilla.
La sombra que ilumina hace nacer la infinitud.



Los Rumores



Hay rumores que aterran,

otros me dan igual.

Autorretrato


Desde el fondo me está mirando
mi rostro desconocido,
imagen gastada por el rumor del mundo
y las aguas fallidas de mi sueño.

Olvido Memorable



Supongo recuerdes las visitas al mar,
las noches de sexo bajo el mangle,
supongo que un poco de ausencia,
de horas sin minutos
te oculten las palabras.
Frente a la estatua de mármol
siempre te escuché
mas no importa,
la música nos salva,
hace que exista este olvido memorable.
Hemos cambiado tantas veces
que casi no conozco tu silueta,
ni el olor de tus manos.
Ahora, el día a día
logrará que la distancia
sea el encuentro utópico,
la renuncia y la ausencia,
y tú entenderás esta luz diferente,
esta agua que ha sido la clave
entre ambos rostros
y ambos cuerpos.  

miércoles, 12 de septiembre de 2012

NÁUFRAGOS SIN LUZ

NÁUFRAGOS SIN LUZ

A Zenia Marabal



En el penúltimo escalón hay restos de fuego.
Las paredes se rehacen.
Los rostros en las columnas
quieren arrojar su fuerza.
Allí descansan náufragos sin luz.

El 10 de septiembre de 2010, falleció en la capital cubana la destacada actriz y cantante del teatro, la radio y la televisión, Zenia Marabal.
Entre las obras más importantes en que participó figuran Cabaret Regalías, Mamá, Día y Noche, Pateando La Lata, La brújula, Los abuelos se rebelan y Punto G.
Actuó además en Teatro ICRT, Hurón Azul y Deja que yo te cuente. Por su destacada y amplia trayectoria recibió condecoraciones tales como la Distinción por la Cultura Nacional, Diploma por el teatro musical cubano, Diploma al mérito como cantante y actriz al cumplir 60 años de vida artística, Premio Nacional del Humor y Artista de mérito del ICRT.

sábado, 8 de septiembre de 2012

El malentendido



La celebridad de la pieza teatral de Albert Camus, que por estos días se repone en La Habana, está en sus características, las temáticas desarrolladas y la riqueza de la condición humana


Lázaro Elizardo Castillo Pérez


7 de Mayo del 2010 22:08:36 CDT

Por estos días en La Habana se repone El malentendido, pieza teatral de Albert Camus, en versión y dirección de Juan Carlos Cremata Malberti. Dentro de las líneas del argumento dramático encontramos: dos mujeres, madre e hija, asesinan a los huéspedes del hotel de que disponen, con el único objetivo de arrebatarles el dinero para viajar a un país con mar, lleno de sol y renunciar a ese lugar luctuoso y mustio. Mientras la historia avanza, el espectador es testigo de la realidad de una familia que se destruye por la falta de escrúpulos.

La celebridad de esta obra de Camus (1913-1960), Premio Nobel de Literatura 1957, está en sus características, las temáticas desarrolladas y la riqueza de la condición humana. A través de personajes veraces y situaciones límite, en su dramaturgia encontramos conflictos ideológicos y éticos.

El malentendido representa una muestra crítica e interpretativa del existencialismo. El autor la contextualiza en la ciudad de Bohemia, en la antigua Checoslovaquia,  y la versión de Juan Carlos Cremata ocurre en un sitio del Medio Oriente. En primer lugar, tengo que señalar el buen gusto por la elección de esta pieza teatral. El gran acierto del montaje está justamente en la dirección de la puesta en escena. El tratamiento del espacio guarda relación con el lenguaje cinematográfico, por lo que le da un vuelco singular a las situaciones dramáticas propuestas.

La utilización de dos elencos diferentes posibilita la comparación en el diseño de los personajes, así como apreciar las posibilidades de cada uno de los actores, de ahí que las funciones sean distintas. Estos se encuentran en un mundo impenetrable: la Madre (Mayra Mazorra / Nieves Riovalles), su hija Martha (Yanin Penalva / Hugo Alberto Vargas) y el Criado (Arnaldo Abraham). Sencillamente, presentan un juego entre el realismo y el expresionismo. No apreciamos una identidad espectador-personaje; sino que existe una ruptura y lleva al espectáculo a un distanciamiento brechtiano. Jan (Carlos Solar / Luis Ángel Batista) y María (Yayté Ruiz / Sheila Roche), entran a escena desde otro contexto y conectan con un realismo que conduce a lo grotesco, al caos, sin embargo, son criaturas más humanas.


La selección musical, más que un acompañamiento de la acción en la obra es un recurso atractivo para ubicar al espectador en el espacio que Cremata  la presenta. Así ocurre con el diseño escenográfico que se une a esa filosofía, a ese lenguaje de desorientación, soledad y desgarramiento. Es el absurdo del que se hace eco la época contemporánea y con ella, la corriente existencialista de Albert Camus.

En mi opinión, el público, asiste también ante el hecho de un hombre como un dios fracasado en el personaje del Criado, que lo presenta con un histrionismo excelente Arnaldo Abraham. Yanin Penalva y Hugo Alberto Vargas representan a Marta; estos actores logran matizar e imputar con peculiaridad a esa mujer condenada a ser libre.

La Madre, propuesta de las actrices Mayra Mazorra y Nieves Riovalles; la primera, se desplaza con un audaz dominio del gesto, la voz y el movimiento, podría decirse que es un verdadero homenaje a Roberto Blanco. Nieves logra apostar con una perfección insólita el sentido en el que ellas creen, su presentación está cargada de esas particularidades psicológicas del personaje. De ahí, que esta parábola se convierta en una reflexión profunda sobre el crimen y sea la situación que motiva el malentendido.

El malentendido es un espectáculo decoroso, su diseño de luces a cargo de Jorge Luis Jorrin le dan a la puesta un sentido profundo. El trabajo de tonalidades y colores presenta una realidad de esos espíritus desorientados. Delimita los cuadros de esa crisis radical que coloca el existencialismo e invita al hombre a re-entrar en sí mismo. El vestuario diseñado por Vladimir Cuenca Montané armoniza con el ambiente raro y frío, contribuye a que se desate en el clímax: el crimen. Se encuentra una atmósfera típica en la obra dramática de Camus: lo absurdo de vivir. No hay otra salida que la muerte.

María, interpretada por Yayté Ruiz y Sheila Roche; la primera a partir de un diseño lógico del personaje muestra con dinamismo una caracterización indiscutible; mientras que la última, con un mismo diseño, no logra con credibilidad reflejarnos a ese personaje que desde el oropel del ser encara la relación categórica Hombre-Dios en un momento tan trascendental de la puesta en escena.

Esta versión resulta una obra para reflexionar y analizar. Es simbólica, compleja, puesta que dignifica el teatro cubano con una voluntad de creación y un resultado altamente revelador. Cremata, respetando todos los elementos típicos de las corrientes filosóficas a las que  Albert Camus se adhirió, propone un conflicto actualizado, ubicado en cualquier ciudad del mundo y como un tema latente de todos los tiempos.

Otras Formas de Vida







La negación nos hacía vivir,

veníamos del subsuelo,

de la humedad de una habitación.

La Luz





No llegamos nunca a tiempo.
Me detengo,
construyo el camino,
engendro una figura endeble,
blanca.
Ahora tomo la clave,
la luz.

martes, 4 de septiembre de 2012

domingo, 2 de septiembre de 2012

Puesta en escena desde la identidad

El montaje toma como fuentes de investigación la calle Galiano, el parque Fe del Valle, la calle Neptuno y el Malecón de noche, espacios de Ciudad de La Habana que muestran una realidad cotidiana



Lázaro Elizardo Castillo Pérez

digital@juventudrebelde.cu
29 de Junio del 2010 22:11:15 CDT


Con su puesta en escena Variedades Galiano, de Nelda Castillo, El Ciervo Encantado expone una indagación sobre la identidad cultural cubana. El montaje toma como fuentes de investigación la calle Galiano, el parque Fe del Valle, la calle Neptuno y el Malecón de noche. Estos espacios de Ciudad de La Habana son referentes significativos que muestran una realidad cotidiana desde una perspectiva extraña, grotesca, en la cual el cuerpo se relaciona con el ritual. Ello ha permitido que los actores representen sus fricciones y contradicciones frente al espectador.

La obra apuesta por un universo atrevido. Hay una relación con la literatura y las artes en su más amplio sentido, pues se nutre de las obras Variedades de Galiano, de Reina María Rodríguez; Estados de guerra, de Luis Eligio Pérez; Rapsodia para el mulo, de José Lezama Lima; La carne de René, de Virgilio Piñera; Como estrella escondida, de Flor Loynaz; y del CD El Oeste de las Rimas, del rapero Maykel Extremo. Todas estas pesquisas hacen que evidencie un sinnúmero de marcas artísticas contemporáneas: el riesgo, «la tematización» y el trabajo con el rito. Con este espectáculo, Nelda Castillo logra un reflejo profundo de «lo cubano».

En la puesta aparece un conexo muy claro con ese texto piñeriano que es La carne de René, donde hay una reflexión acerca del destino del hombre y una visita a aquellas íntimas oscuridades que cada cual lleva dentro de sí. Esa atmósfera especialmente atroz conseguida en la obra lleva al espectador a reconocer el absurdo de cada situación dramática.

Variedades... es un montaje experimental que parte de una investigación teatral, elemento constante en la creación artística de este colectivo. Otro aspecto trascendental es la intensidad del performance. Hay una interacción entre actores-público durante la realización, que los lleva a confluir con el llamado «trance». No olvidemos que estamos ante una propuesta que nos invita a aceptar sensaciones y reflexiones que llegan de un modo irreverente, pero con un alto nivel metafórico relacionado con esa herencia cultural también proyectada en la obra de Lezama.

Esta propuesta de El Ciervo Encantado expresa un manejo peculiar de los textos. Lo grotesco, la violencia plástica, las expresiones vanguardistas y la música con ambiente de calle, sostienen una analogía interactiva que se convierte en otro de los recursos fuertes de la puesta. Con ese discurso paradójico por el dolor, la locura, el abandono y la frustración, se aprecian búsquedas de unidades comunicativas que estimulan a delatar una memoria muy ligada al sentido de la identidad.

Estas secuencias dramáticas hacen recordar un texto de Freud, recordado por Marthe Robert en su libro Anotaciones en torno a la exégesis de Freud, publicado en la Revista Eco de noviembre 1972: «los hombres siempre han sabido que tenían un espíritu, a mí me correspondía mostrarles que también tienen instintos». De ahí que el diseño de los personajes esté permeado de frescura y espontaneidad, resultado del entrenamiento psicofísico del actor —otro de los rasgos distintivos de El Ciervo—, pero con un soporte de compromiso y de estética en su propuesta dramatúrgica.

En Variedades... existe una excelente interrelación entre esa noche irritable y los caracteres de los personajes. En el trabajo actoral se observa una precisión y plasticidad del cuerpo, elemento en el que está la memoria ancestral. Mariela Brito, Eduardo Martínez y Lorelis Amores nos trasladan a decantaciones y visiones expuestas desde un cronotopo exclusivo y original. Puros recortes de palabras, gestos, imágenes y acciones que llevan al nacimiento de un performance riguroso, nada prevenido.

Variedades... es una historia que muestra los distintos estratos de una sociedad. Con la magia de este espectáculo, El Ciervo Encantado —entre los grupos teatrales más creativo del teatro cubano contemporáneo— es capaz de estimular la percepción y elevar el espíritu, y de esa manera refuerza nuestra identidad.



En mi Lámpara de Campo,



primera que conocí,
te hice cartas.
Otra vez en aquel piano
creabas tu fruta mágica,
tu fruta de operetas.
Así, dorada la voz
y el sonido en el cristal
vuelves a hilvanar las resonancias 
y tu música convertida en vitrales
alumbra mi recuerdo. 

Desnudo a Contraluz



El desnudo a contraluz es algo fácil.
Las pupilas se dilatan definiendo el delirio.
Caen de bruces los ánimos
lo que pudiera ser fabuloso
será la desdicha del propio sueño.

Luminosa Sombra

La latitud de la noche extiende su mano,
llega la luz.
Desciendo por las aguas,
me vuelvo por el extremo límite de mi cuerpo
y al pie de las estatuas siento la respiración.

La luminosa sombra toma mi infancia.
Abro los ojos

y mi cuerpo permanece en la quietud,

en la memoria.