primera que conocí,
te hice cartas.
Otra vez en aquel piano
creabas tu fruta mágica,
tu fruta de operetas.
Así, dorada la voz
y el sonido en el cristal
vuelves a hilvanar las resonancias
y tu música convertida en vitrales
alumbra mi recuerdo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario